La cocina India, aun sin conocerse de una manera específica, ha cautivado la imaginación de occidente mediante la magia de sus especias. Ya los romanos, a través de sus viajes y campañas, comenzaron a hallar gusto en los ingredientes estimulantes y embriagadores del Oriente y los pagaron a precio de oro. En la edad media no se había descubierto aún el té ni el café, y el empleo del limón como acidulante o del azúcar como endulzante tenía un uso muy limitado y en ese momento se descubrió que un solo grano de condimento índico podía variar notablemente el sabor de un plato y estimular de manera sorprendente el paladar.
De repente este descubrimiento coloca a las especias de la India entre los productos más deseados del mundo y a su vez de los más caros.